Páginas

jueves, 15 de agosto de 2019

El horror de leer sin sentir

Me sorprendió un día, una conversación con mi niña. Juntos leímos La Caída de la Casa Usher de Edgar Allan Poe. Al iniciar mi parte de la lectura, yo estaba completamente emocionado por las descripciones del exterior de la casa, el ambiente y los personajes eran escalofriantes. Al terminar mi parte de la lectura, la miro y noto una completa inmutabilidad en su rostro, es decir, un "poker face" total.

Ante mi primera sospecha le pregunté, — ¿entendiste lo que pasó?, — sí, claro. El hermano seguía conservando el cadáver de la hermana en el sótano y eran gemelos. Así, como si nada, ella tenía toda la información del texto. Había comprendido cada una de las palabras y la secuencia de los eventos. Mi perplejidad aumentó, ella entiende el contenido, pero no lo siente. Ahí descubrí una nueva forma del sentimiento del horror: !se puede leer sin sentir¡

Como es natural para un lingüista, seguí la pista de lo que ocurrió, como el detective Chevalier Auguste Dupin (en "Los crímenes de la calle Morgue"). Las preguntas de esta nueva investigación son: ¿se puede comprender un texto sin tener emociones en su lectura?, ¿qué papel tienen las emociones en el proceso de comprensión de un texto?

La cuestión será ampliar los posibles casos y encontrar las relaciones existentes entre la lectura y las emociones. Por ejemplo, un amigo nos cuenta la desgracia que le ha provocado su separación de la pareja con la estuvo por más de seis años; al final de su relato le decimos con desidiosa calma, — pues bueno, no es tan grave. Ánimo, no te sientas mal. ¿Será que hemos entendido el relato de desgracia? ¿qué es entender la desgracia ajena si no  es compartirla, experimentar un poco de ella? ¿puedo entender el relato en el contexto de mi amigo sin sentir la más ínfima pena?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario